martes, 15 de febrero de 2011

Un buen Lunes

El lunes salí sola a vagar por Madrid. Era algo que hacía tiempo echaba de menos. Me adentré en  Malasaña con música no muy acelerada en el bolsillo y visité esas tiendas estupendas que ofrece el barrio. Caí en Panta Rhei y no pude parar las agujas del reloj.

Pensé en la idea de unas holgadas butacas de terciopelo verde pistacho y una lamparita de mesa. Abriría un libro dejando pasar la tarde...

Desperté de la narcosis de la estética y me apeé del local amablemente pensando en adquirir unos vinilos de pared.

¡Estaba lloviendo!- por un instante recordé las butacas verdes.

Enfilé la calle Fuencarral abandonada por la batería de mi reproductor de música y pasé a formar parte de otro Madrid. También divertido, pero diferente. Hacía un frío helado y el viento azotaba en el quiosco de Bilbao la colección de cine que utilizan los diarios para sobrellevar las ventas. Había algunas cuantas películas de Berlanga a tres euros. Cine italiano y la serie roja de cine español de Público. Por cierto, ¿qué opinan de los Goya?

Había pasadoapenas la tarde  y me encontré, lejos de mis planes, contigua a Ana Belén y compañero mientras saboreaba uno de esos caros y deliciosos cafés que se toman en el Café Comercial. Soy consciente de mi gesto chisposo al mismo tiempo que me pregunté que narices hacía yo allí.

Tampoco había indicio alguno de encontrarme allí con una antigua compañera de trabajo a la que hacía años no veía. Y qué guapa estaba...

Y pasó el tiempo y cayó la noche a través del cristal del Comercial. Comenzó a nevar mientras nosotras seguíamos sumidas en nuestra conversación sobre la vida y la pintura. La estampa la iban formando poco a poco los copos de nieve que no conseguían cuajar más allá del ventanal y el terciopelo rojo de los butacones. (Si, había conseguido las butacas).Tras de mí, en el espejo que servía de pared a todo el salón, los cristales de una enorme lámpara araña rebotaban produciendo destellos almibarados en la cara redonda de Olga. 

Habían pasado tres años y mientras dábamos rienda al tiempo sin vernos fui consciente del total de lo vivido desde entonces. Nos reímos y nos miramos con cariño. No había sido una historia de amor, y aunque tampoco se trataba de huevos me vino a la mente esa escena final de Annie Hall.

El olor a café recién hecho inundaba la sala. 

Nos despedimos al pasar la puerta giratoria del Comercial.








2 comentarios:

  1. soo por ter o pracer de ler o que sen duda da testimuño de ti , direiche ben, pola cercania do vivido no cafeComercial , nel pasei moitos dos dias do meu madrid dos 7o , so que o conveciño era habitualmente Luis Sanchez PolaK , e as coñas cos camareiros endulzaban as duras horas de certas soedades . logo de ahi saía para traballar na calle Eguilaz. no estudio de arquitectura do entrechan , frente a un bar que se chamaba El Siete , onde ganei e perdin moitas veces o chin chi monis e fixen moitos amigos e currei unha barbaridade. saindo de ahi unha vez roubaronme o soldo bastante grande pra aquelos tempos , e outra vez de ahi saín pra mercar o cadro do Equipo Cronica , que temos na casa , en fin que como dixen unha vez todo se resume a os circulos , da memoria , dos espazos , das vivenzas , como estas tuas e miñas case no mesmo espazo carenta anos despois .

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  2. el contenido es genial :


    "Tras de mí, en el espejo que servía de pared a todo el salón, los cristales de una enorme lámpara araña rebotaban produciendo destellos almibarados en la cara redonda de Olga".



    Bicos,

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