Asomaba el sol por la cortina naranja. Su reflejo en el cristal y el batir del viento en la persiana eran premonitorios de una mañana con tormenta. No era la luz lo que aturdía mi cabeza, era ese viento soplón y suspicaz lo que me molestaba no dejándome escuchar las dulces palabras que salían de su boca.
Acababa de cumplir 27.
-¿Estás bien?
-Sí, claro que lo estoy. Sé que es sólo una cuestión de paciencia…Paciencia...
Había pasado una semana desde la caída, que había sido tan rápida como estúpida. Cuando la escuché miré atrás. Primero fue un susto, más tarde y en cuestión de segundos las sonrisas y el albedrío se borraron de todos y cada uno de los rostros que estábamos allí, bajo el plomo del mes de julio en un campo de Pamplona.
.....Permanecimos firmes ante ella, mimando cada detalle mientras el piar de los pájaros y el rebuzno de una burra, Clarita, se escuchaba de fondo.
.....Temblaba su voz y temblaba su cuerpo. Incluso su mano helada tembló cuando la apreté fuerte contra la mía ardiendo.
.....Las hormigas curiosas se deslizaban por entre sus piernas. El sol seguía calentando a fuego bravo incluso a la sombra de un carro que pudiera estar maldito.
-No pasa nada, un golpazo flor…es un golpazo fuerte…. -Le dije. Nunca tanto se me clavaron sus ojos.
Pero ella, conocedora de su cuerpo y los dolores que a él achacaban sabía que algo no iba bien. No quería levantarse, no podía. Y nadie la obligó.
....Comenzó entonces a sonar la sirena
Y así fue como comenzó probablemente el verano más difícil, duro, incómodo, tedioso, estúpido, resignado y doloroso... de todos los veranos.
....Comenzó entonces a sonar la sirena
Y así fue como comenzó probablemente el verano más difícil, duro, incómodo, tedioso, estúpido, resignado y doloroso... de todos los veranos.
Él, ágil y atento, corrió a por todo lo necesario y seguimos la sirena. “no pasa nada, no pasa nada” en el fondo lo pensábamos todos.
En aquel pasillo largo, a la espera de un diagnóstico, ambas tuvimos una conversación surrealista que probablemente ella no recuerde, de esas en las que el miedo se apodera de la incertidumbre y el futuro comienza a girar atormentado.
Me despedí con los ojos empañados y ella sumida en el llanto. Incluso sabiendo que estaba en las mejores manos una se vuelve abuela y dudas y desconfias y sientes mucha, muchísima impotencia...
No podía enviarle los girasoles más grandes de Palma como había hecho ella meses atrás conmigo, pero podía repetirla cada día que era una valiente. Hacerla reir o intentarlo durante una fastidiosa cuarentena en el hospital.
....Se daría cuenta de que no estaba tan sola.Y las garras del pasado se esfumarían para mostrarle que siempre sería la muñeca con la que todos querríamos jugar. Dulce y reservada. Pícara y emotiva.
Nos volvimos a ver más tarde, un quince de agosto importante para las dos. Estaba dormida y cuando se despertó comenzó a llorar. Tragué muy hondo y la abracé lo más fuerte que pude. Su cuerpo estaba flaco y delicado...
Cuando la ves incorporarse después de tanto tiempo…sencillamente…no tienes palabras....
Cuando la ves incorporarse después de tanto tiempo…sencillamente…no tienes palabras....
Y eso me ocurrió ayer. Cuando la vi bajar del autobús, con sus patitas firmes en el suelo y esa sonrisa que desliza cuando está contenta pero algo falla.
Han pasado cinco meses. Y como digo, ya es pasado.
Han pasado cinco meses. Y como digo, ya es pasado.
“Ahora ya solo queda correr, nena”
y las lágrimas asoman a mis ojos, por la belleza de tu escrito, por los sentimientos compartidos... y porque las sonrisas siempre hacen mantenerse en pie. Bonito! Muy bonito!
ResponderEliminargracias hermana!
ResponderEliminarsecuencias vividas y compartidas y ya sabes compartir es vivir MAS,y mucho MAS cultivando la sensibilidad como haceis
ResponderEliminarno terceiro parrafo xa sabes que che doe o que ven, no sexto compartes o temblor, no noveno sonache a tí tamen, despois sofres tamen por él, e sigues saltando de emoción en emoción fraccionando o tempo de ternura e sentimentos ..... ésto pode chamrse vivir describindo a vida como fas sempre. bicos
ResponderEliminarqué emoción verla tan vertical y contenta. Sólo esa presencia tan mayúscula emborrona hoy el recuerdo de aquel absurdo traspiés veraniego...
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