miércoles, 17 de febrero de 2010

Edward Hopper, el pintor de la Depresión y la soledad americana

Esta mañana volví a despertarme sóla en la cama. Eran ya las doce y no comprendía cómo podía ser que durante dos días consecutivos mi cuerpo permaneciera casi inerte a la llamada del despertador. Hice un esfuerzo y me levanté, estirando brazos y piernas queriendo no tener nunca más ese dolor muscular que producen las agujetas.

Entonces me senté al borde de la cama y desde allí pude subir la persiana y comprobar que lo que imaginaba desde el fondo de las sábanas era verdad: el sol estaba brillando. "Ha salido el sol!" pensé.


Recordé Morning Sun (foto superior), un cuadro de Edward Hopper pleno de luces y sombras. El sol de la mañana impactando contra una muchacha estática y sola, que mira sentada desde la cama hacia el fondo de la ventana.

Hopper (1882-1967) es el máximo representante del realismo norteamericano y principal influencia en fotorrealistas de la talla de Ralph Goings o Richard Estes. De marcado carácter introspectivo, sus cuadros reflejan las soledades de la clase media norteamericana de la época. En cualquier caso válido para nuestros días. En las representaciones de Edward Hopper abundan las escenas urbanas en la ciudad de Nueva York, y playas y acantilados de la cercana Nueva Inglaterra.


Me encanta Hopper, pese a que el realismo no es mi fuerte en la pintura. Con sus cuadros no sabes si la escena va antes o si la anticipó su propia pincelada ¿Fueron reales esas escenas o gracias a Hopper las hicimos reales?. Paisajes que recuerdan las escenas fílmicas de Hitchock o Lynch como Atardecer rojizo (imagen superior), me parecen tremendamente brillantes. De composición y plástica impecable, la cromática de este atardecer es una realidad palpable. Impresiona. Un cuadro para mí perfecto, cercano a la fotografía de nuestro siglo. Inmerso en el silencio de un espacio entre real y metafísico.

Edward Hopper describe sus interiores con un rebuscado juego de luces y sombras con el que pretende trasnmitir la soledad de los personajes. Denotan sus cuadros cierta inspiración tomada de los interiores de Degas (conocido por sus múltiples representaciones del mundo del ballet) donde cada personaje parece no conocer al que le acompaña en la pintura.



Sin embargo en los cuadros de Hopper no abundan los personajes. En sus creaciones suelen aparecer desiertas las escenas con una sola figura humana. Y cuando aparecen varios, Hopper pinta una alineación temática casi agónica, transmitienda la soledad resultante de la imposibilidad de comunicación entre ellos. Esto ocurre con su cuadro más conocido y representativo, Nighthawks -noctámbulos- (pintura superior). Nighthaws, que se encuentra en el Instituto de Arte de Chicago, es también uno de los cuadros más reconocibles del arte estadounidense.
La escena representa un diner en el barrio Greenwich Village de Manhattan. Hopper comenzó a pintarlo después del ataque en Pearl Harbour. La depresión que sentía el país después del acontecimiento es lo que intenta transmitir esta pintura en la que nadie parece hablar con nadie, todos están como perdidos en sí mismos. El triángulo de la barra que atrapa al camarero y la puerta inexistente de salida del bar no simulan otra cosa que el hecho de estar atrapado. Hopper negaría haber querido transmitir esto en Nighthaws pero sí dijo que "inconscientemente estaría pintando la soledad de una gran ciudad". Esta pintura ha dado la vuelta al mundo y ha influenciado tanto a pintores como escultores. Referencias en poemas, parodias populares, e incluso series televisivas como Los Simpson o Aquellos maravillosos años han puesto a sus personajes en versiones de Nighthawks.  El mismo Tom Waits hizo un guiño en su disco Nighthawks at the diner. La foto del álbum es de Waits en un diner.

Otros cuadros que identifican a Hopper son los siguientes.

Summer evening (1934) nos muestra a dos personajes al aire libre en la entrada de lo que suponemos es su casa. Probablemente mantengan algún tipo de relación sentimental. Los tonos y los colores del lienzo ofrecen la incógnita. Una pareja que a la luz de una bombilla en el porche de su casa habla de algo que probablemente les preocupe. El hecho de la conversación aislada en el exterior de la casa produce esa sensación de soledad y angustia que Hopper proyecta en prácticamente todas sus obras.

New York Movie, creado en 1936 fue pintado con el riesgo de desarrollar una escena dentro de un cine. La intriga envuelve a una joven que no sabemos si espera por alguien o no se atreve a sentarse en la butaca. El juego de sombras resulta sinuoso. En la penumbra vislumbramos una figura en la butaca y al fondo la película ya empezada.

Hopper, el pintor americano de los tiempos de la Depresión, es sin duda un maestro de la insinuación. Su obra deja intenciones ocultas creando escenas dignas del cine o el drama. Dominado por el color y el diseño la expresión de sus cuadros es clara. Bravo por él.


2 comentarios:

  1. Sé que quizás es un poco tarde. Encontré este artículo casi de casualidad. Edward Hopper es uno de mis autores favoritos...A día de hoy, creo que sería un estupendo Director de Fotografía, pero creo que eso sería desaprovecharlo, quizás.

    Por otro lado, el motivo por el cual escribo, es porque he mirado con curiosidad el segundo cuadro, lo he abierto, y CREO que se trata de una versión en 3D...Yo hago 3D, y se nota en ciertas cosas.

    En cualquier caso, me encantaría conocer sobre que cuadro se ha hecho esta versión, he sido incapaz de encontrarlo.

    Muchas gracias por el artículo, muy interesante.

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