Me desperté temprano aturdida por el calor que se encierra en una habitación madrileña cuando es verano. Preparé café y encendí la radio. Me atacó de repente la interferencia que no me dejaba escuchar mi matinal preferido así que la ventana para aliviar la metálica dicción de Montserrat, que recuperó su voz joven, amable y pausada como siempre.
-bopbobopbopbop....sssshhhsshhh....PPPUUMM!!!...................SHHHHshhhhh...
-Nooo....¡Mieeerrrrda!- acababa de ver cómo la nueva Bialetti, regalo de mamá, pegaba un chimpo sobre la vitro enfangando de café todos los ángulos posibles que se le pusieron a tiro bajo el vuelo.
El día se intuía gris, y desde luego eso no era un buen despertar, pero yo sólo tenía ganas de pisar Madrid otra vez.
- [...] España lidera la lista de países en los que el índice de jóvenes titulados superiores sin empleo ...[...]
Paralelamente a lo que la radio decía y declinando la opción de volver a hacer café después de la ardua faena de limpieza, tomé té y comí tostadas pensando nuevos métodos para una exitosa búsqueda de empleo en la ciudad. Todo lo exitoso que pueda ser el logro de un trabajo por horas que te permita seguir estudiando para no perder comba. Y todo lo frustante, a modo de detalle notable, que implica el saber que tu carrera profesional se encuentra estancada y alterada por crisis varias y desempleos muchos.
Dejé seca la impresora y salí a la calle con sonrisa y carpeta en mano. Me alenté a caminar feliz de nuevo por el asfalto de Madrid. Hacía calor, muchísimo, pero yo tenía ansia por volver a convertirme en uno de esos personajes verdes, cubistas y surreales del Metrópolis de George Grosz, trastornada por la velocidad urbana entre ejecutivos, barrenderos y putas que llegan a casa siempre tarde. Enfurecida y con ánimo de lucha, siempre pacífica, me abrí paso por las calles de Madrid. Porque a fin de cuentas Madrid me mata, pero me encanta.
-Gracias, ¿pones la disponibilidad?
-Sí, sí, ahí mismo: disponibilidad horaria total.
Y no es que te sientas rara, es que te sientes rarísima.Pequeñita.
De regreso a casa, después de haberme despojado de mis habilidades comerciales y de atención al público impresas en un A4 recycled paper, todavía me quedaban dos hojas en la carpeta. Atravesé la Plaza Mayor y probé suerte en una gustosa tienda de galletas. Al fin y al cabo una intenta guiar a su destino sino a la profesión a la afición, y en mi caso trabajar entre galletas, con diferentes formas, dibujos y olores sería, cuando menos, una oportunidad para el análisis de demandas gustativas y de sabores. Y es que algún día, paralelamente a mi cargo en reporterismo, seré dueña de la patisserie más demandada por el paladar español, con fogones en París, Dinamarca y parte del Benelux.
-Gracias, ¿pones la disponibilidad?- era la trigésima vez que me lo preguntaban.
-Sí, sí. Ahí mismo...: disponibilidad horaria total....- y era la trigésima vez que lo respondía.
(Lo que decía, algún día...)
Ya estaba llegando a casa con retortijones mentales a causa de oportunidades que crees haber dejado escapar cuando se me ocurrió pasar por una tienda de cuero y artesanía que considero especial.
-Gracias, ¿pones la disponibilidad?
-Sí, sí: disponibilidad horaria total.
[...]
-Oye! puedes venir el viernes y hablamos?
-Eh!? SÍ, SÍ, CLARO! a qué hora?
Ayer fue viernes.
Tengo un trabajo.
¡Qué chulo, me encanta! Está muy guay escrito!
ResponderEliminargracias pequeña!!
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