Tenía razón Pepe cuando me decía que no podía irme de Edimburgo sin visitar Higlands, la región montañosa del norte de Escocia que goza del mejor relieve natural que he visto nunca. Y tiene razón mi padre, cuando dice que por mucho que planees un viaje la variable tiempo es una constante de la que no te puedes fiar.
Así es que después de un largo viaje adaptado al sentido de conducción por la izquierda, llegamos a la que es considerada la capital de la región Highland: Inverness, que nos acogió con la amabilidad de su gente y curiosos operarios nocturnos dispuestos a acercarnos con su linterna a nuestro destino. Pepe nos esperaba, eran ya las dos de la mañana, muy tarde para la vida en Escocia.
El día uno del viaje había acabado y lo habíamos vivido dentro de un Ford Fiesta que se accidentó en el camino. Mea culpa. Mis compañeros de piso y mi amigo Carlos se conocieron a un metro de distancia durante las seis horas y pico que fastidiosamente duró el trayecto Edimburgo-Invernness. Mea culpa de nuevo.
El día dos empezó con la resaca que dejan las malas dormidas cuando compartes cama con dos personas y a una le toca la parte del medio. Un desayuno fuerte y a rodar...
Recorrimos contra todo pronóstico los sorprendentes 39 kilómetros de Lago Ness descubriendo la historia de Escocia a través de sus castillos. Fue como un viaje en el tiempo, con ritmos celtas de fondo y carteles en gaélico escocés imposibles de pronunciar. Simpáticas mujeres de gasolinera y pequeños pueblos formaron la aventura perfecta que desembocó en las Cataratas de Shin, nada que envidiar a las de Caldas de Reis en mi querida Galicia.
Día tres: camino obligado a Isla de Skye, la más grande de las Islas Hébridas. Nuestra suerte se torció dejando bruma y llovizna en el camino. Sin embargo, lo que considerábamos como un fastidio pasó a convertirse en parte del auténtico espectáculo paisajístico escocés. Inmejorable el gozo de mi retina.
Recorrimos ventanilla baja toda la isla pasando por pequeños pueblos con encanto. Acantilados a nuestros pies y el horizonte difícil de alcanzar. Las faldas de las montañas, saturadas en verde, parecían querer abrigrarnos y nos envolvían a nuestro paso por el asfalto. Fauna y flora son todo uno en Skye. La presencia humana, tétricamente silenciosa, sólo fue quebrantada por los ronquidos de los doce moteros con los que tuvimos que dormir esa noche; los mugidos, aullidos y la fuerza de un viento implacable que nos sacudió a la salida de un directo en un pub noctámbulo.
De vuelta a casa prolongamos el camino a 40 millas por hora. Todo era intencionado. Historias de terror, confidencias veladas y carcajadas soprano. Agradecida me siento con la aventura.
Inverness
Castillo Urquhart a orillas de Lago Ness
Risas a orillas del Lago Ness
Cataratas de Shin
Ría de Moray
Carlos en la Ría de Moray
Katrina en Eilean Donan Castle
The old man of Storr
Portree, capital de Skye
Portree, capital de Skye
Acantilados de Skye
Subida por Skye
Verde fluorescente de Skye
Calma en Skye
Así es que después de un largo viaje adaptado al sentido de conducción por la izquierda, llegamos a la que es considerada la capital de la región Highland: Inverness, que nos acogió con la amabilidad de su gente y curiosos operarios nocturnos dispuestos a acercarnos con su linterna a nuestro destino. Pepe nos esperaba, eran ya las dos de la mañana, muy tarde para la vida en Escocia.
El día uno del viaje había acabado y lo habíamos vivido dentro de un Ford Fiesta que se accidentó en el camino. Mea culpa. Mis compañeros de piso y mi amigo Carlos se conocieron a un metro de distancia durante las seis horas y pico que fastidiosamente duró el trayecto Edimburgo-Invernness. Mea culpa de nuevo.
El día dos empezó con la resaca que dejan las malas dormidas cuando compartes cama con dos personas y a una le toca la parte del medio. Un desayuno fuerte y a rodar...
Recorrimos contra todo pronóstico los sorprendentes 39 kilómetros de Lago Ness descubriendo la historia de Escocia a través de sus castillos. Fue como un viaje en el tiempo, con ritmos celtas de fondo y carteles en gaélico escocés imposibles de pronunciar. Simpáticas mujeres de gasolinera y pequeños pueblos formaron la aventura perfecta que desembocó en las Cataratas de Shin, nada que envidiar a las de Caldas de Reis en mi querida Galicia.
Día tres: camino obligado a Isla de Skye, la más grande de las Islas Hébridas. Nuestra suerte se torció dejando bruma y llovizna en el camino. Sin embargo, lo que considerábamos como un fastidio pasó a convertirse en parte del auténtico espectáculo paisajístico escocés. Inmejorable el gozo de mi retina.
Recorrimos ventanilla baja toda la isla pasando por pequeños pueblos con encanto. Acantilados a nuestros pies y el horizonte difícil de alcanzar. Las faldas de las montañas, saturadas en verde, parecían querer abrigrarnos y nos envolvían a nuestro paso por el asfalto. Fauna y flora son todo uno en Skye. La presencia humana, tétricamente silenciosa, sólo fue quebrantada por los ronquidos de los doce moteros con los que tuvimos que dormir esa noche; los mugidos, aullidos y la fuerza de un viento implacable que nos sacudió a la salida de un directo en un pub noctámbulo.
De vuelta a casa prolongamos el camino a 40 millas por hora. Todo era intencionado. Historias de terror, confidencias veladas y carcajadas soprano. Agradecida me siento con la aventura.
Inverness
Castillo Urquhart a orillas de Lago Ness
Risas a orillas del Lago Ness
Cataratas de Shin
Ría de Moray
Carlos en la Ría de Moray
Katrina en Eilean Donan Castle
The old man of Storr
Portree, capital de Skye
Portree, capital de Skye
Acantilados de Skye
Subida por Skye
Verde fluorescente de Skye
Calma en Skye
No lo había leído todavía... ¿Cómo es posible? Qué chulo, guardo buenísimos recuerdos de aquel viaje, lo pasé genial con todos vosotros. Ahora al leerlo ha sido como volver a aquel hostel lleno de moteros brutos o la vuelta aquella en el coche cuando nos dedicamos a contar historias de miedo... Muy bien narrado Marit, me gusta mucho como describes situaciones, personas, y cosas en general. Grande!!
ResponderEliminarqué pestazo había en aquella habitación madre...JAJAJjajJAjaJAJAJJA.
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