Dice El Cantante, una canción de Andrés Calamaro, "si no me quieren en vida cuando muera no me lloren". Esta frase se me ha venido a la cabeza al leer la biografía de Boris Vian. Las pasadas navidades mi padre me regaló su primera novela, J'irai cracher sur vos tombes (1946), o lo que es lo mismo, Escupiré sobre vuestras tumbas. Y ya por darle más pedantería al texto la versión en gallego es exactamente la que yo tengo, Cuspirei sobre as vosas tumbas.
Escrita en 1946 y bajo el seudónimo de Vernon Sullivan, supuesto escritor negro estadounidense que utilizaría para firmar todas sus posteriores novelas, Boris Vian se propuso denunciar el racismo y las dificultades de la comunidad afroamericana en convivencia con los blancos en los estados sureños de los Estados Unidos. Escupiré sobre vuestras tumbas no es una novela de fácil digestión, de hecho está considerada la más violenta y cruda de la conocida "serie Sullivan"( Vian firmaría cuatro novelas con el seudónimo hasta ser descubierto). Poco después de su aparición la novela fue prohibida por considerarse pornográfica e inmoral y el autor condenado por ultraje a la moral y a las buenas costumbres. A pesar de ello una versión edulcorada de las letras de Vian pudieron ver la luz en la época.
No puedo negar que, a pesar de no ser una novela extensa, la lectura de Escupiré sobre vuestras tumbas me resultó impactante, a ratos desagradable. Como lo resultan los "Trópicos" de Henry Miller, escritos en 1936 y 1939, y censurados durante dos décadas por obscenos, surrealistas, pervertidos y violentos. Pero, al fin y al cabo, ¿es posible transmitir la patética y agresiva actitud racista, las realidades de la humillación, los trapos sucios de quienes aparentar ser quienes no son de algún modo agradable hacia el lector? ¿es posible describir el lado más obsceno del sexo sin adjetivos punzantes, sin grafismo literario? Podría ser posible si, pero sólo en ese caso dejaría de ser verdadero. Y Vian lo hace aquí tangible.
Y es por eso por lo que la literatura de Vian me interesa, porque es cruel, si, pero es real. Porque no es otra cosa que el reflejo de una época en la que no he vivido y gracias a sus letras, y a las de otros muchos, puedo visualizar los fantasmas del pasado. En Escupiré sobre vuestras tumbas hay detalles con gracia que arrancan ligeras sonrisas. Pero esto no predomina en la novela. Personalmente sentí como mi corazón se aceleraba, tuve que releer líneas no dando crédito a la historia e incluso cerrar los ojos de lo cinematográfica, y a veces repugnante, que resulta su lectura entre gritos de dolor, sodomía y virilidad. Sentí dolor entre mis piernas, si. La venganza de un hombre, de raíces afroamericanas pero aparentemente blanco sobre la muerte de su hermano por causas racistas se saborea muy amarga con Boris Vian.
Boris Vian, novelista francés, dramaturgo, ingeniero, poeta, músico de jazz y traductor, vendió los derechos de esta novela para una adaptación cinematográfica. Él sería el encargado del guión pero las disputas con la productora y la dirección dejaron a Boris Vian fuera del proyecto.
Acudió al preestreno en el cine Le Petit Marbeuf de París, junto a los Campos Elíseos. Vian iba de incógnito, quería pasar desapercibido. Pero el destino hizo que allí mismo, sentado en una butaca durante la proyección, un ataque cardíaco fechara su muerte el 23 de junio de 1959. Tenía 39 años.
Después de su muerte, obtendría el merecido premio del público y la crítica: su admiración. Suele pasar...de ahí los versos de la canción de Andrés.
Miles de ejemplares de las novelas de Vian fueron vendidos. Además de en Escupiré sobre vuestras tumbas, bajo lo títulos Que se mueran los feos, Con las mujeres no hay manera y Todos los muertos tienen la misma piel Vian se convirtió en Sullivan para mostrarnos una cruda realidad. Pero, sin embargo, en Otoño en Pekín y La Espuma de los días descubrimos que detrás de Boris Vian se escondía un hombre imaginativo, sensible y emocional. La hierba roja es su novela más autobiográfica.
Entre los círculos editoriales e invitado por Sartre y Albert Camus Boris Vian conjugó la crónica social y la crítica de jazz. Se codeó con Miles Davis, Duke Ellington y Charlie Parker e incluso, amante de la trompeta, Vian consiguió grabar un disco y hacer su propia gira.
Hacedle un hueco en la estantería. Lo merece.
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