domingo, 23 de octubre de 2011

Día D

Ya ha llegado el frio, me he puesto calcetines y aquel jersey de algodón nórdico que me compré cuando vivía en Tilburg. Me balanceo en la vieja mecedora de mi abuela mientras la taza verde humea dejando un olor agradable a té y miel en la sala. 

(....Sonideros acaba de presentar una banda indie folk que me recuerda mucho a Rodriguez París, el trio en el que tocaba alguien que conocí...)

Podria decir que hoy es un domingo con encanto. Me he levantado a las 9 para gestionar con mi amiga Idoia los escasos metros cuadrados de su nuevo hogar, después de muchas vueltas y análisis la he convencido para que cambie el sofá de lugar, ancle un mueble en lo alto de la pared y libere el suelo de obstáculos. Hemos  acabado comiendo arroz con bogavante y viendo la lluvia posarse sobre el asfalto ya frío. (No, la lluvia ya no tiene ese olor tan agradable que tiene en las tormentas de verano cuando los suelos están calientes. Ahora respira fresca y se posa para quedarse.)

Ayer en casa de Lady Brunnette hubo un momento en el que miré a mi alrededor y además de fijarme en la poca creatividad de la gente (nos había convocado para celebrar su cumpleaños con etiqueta y tocado original), me di cuenta de cuántos años habían pasado desde que llegue a esta ciudad. Observé a toda la gente que  conocía en esa fiesta y por qué y.....redoble de tambor...Marit se puso nostálgica.

Me serví un gyntonic y me asomé a fumar un cigarro a la terraza.



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