domingo, 30 de octubre de 2011

Sueño en tarde de domingo


Me había quedado dormida en las piernas de Ido que bien sabe que deslizando sus dedos entre mi pelo los chakras de mi cuerpo se equilibran de tal modo que entro en letargo profundo y casi levitación.

Los rayos de sol que entraban por la ventana me acariciaban la mejilla  y pude sentir como me iba adormeciendo con una leve sonrisa dibujada en mi rostro.

Entonces comencé a soñar....

Allí estaba mi madre, joven, delicada, ruda y divertida. Sus ojos eran más azules que nunca. Le brillaba el pelo y aunque siempre ha dicho que de joven era la clase de chica que pasaba desapercibida yo notaba que su esencia tenía algo especial.

Mi padre había dejado reposar el cuarto capítulo de su libro para mirarla por encima de sus gafas redondas. 

En la habitación la luz era cálida, propia de los atardeceres de otoño cuando las hojas caen y cubren de amarillo el césped húmedo y brillante.

Olía a madera quemada y a chocolate espeso en la cocina. Un álbum de fotos, un cigarro apagado y una rubrica en la escultura del jardín. 

Me moví en el sofá acurrucándome hasta hacerme ovillo. La hebilla del cinturón de Ido se posó fría en mi sien y volví a relajarme.

Mamá seguía allí, mirando por la ventana, quizá soñando.

Al fondo el mar le susurraba en silencio. Cerró los ojos queriendo eternizar aquel momento. 

Parecía que se la habían llevado las olas. 

Se volvió para ser el regazo que mecía mi cuerpo. 

-Shhhhss...shhsss.- bisbiseaba mientras me acariciaba el pelo.


................................, mamá.









1 comentario:

  1. "Olía a madera quemada y a chocolate espeso en la cocina. Un álbum de fotos, un cigarro apagado y una rubrica en la escultura del jardín."

    Besazo Marit

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