Querida Sofía
Hace tiempo que guardo sus correos electrónicos en un sobre. Me gusta pensar que los ha escrito usted a mano, contorneando su escuálida muñeca hasta formar esas ideas que tanto me entretienen. La imagino expectorando cada término tecla a tecla, vacilando los conceptos y exponiendo el poema.
Poema es su voz, Sofía.
La leo y releo soñando esa selva capitalista en la que vive con las "kookaburras" como usted las llama tronando (Dicela dícese en castellano, ave que encontré en la maldita Wikipedia y que ríe tal que así) y los festines en microondas de los gigantes baños de los centros comerciales. ¿Ha terminado ya su ensayo?
¿Sabe? la echo de menos. La pensé el lunes. También el martes y el miércoles la busqué entre los mares de mi ordenador. Luego se esfumó la semana en sabe dios qué.
Le decía que poema es su voz, Sofía.
Llámeme usted pronto.
M.
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