lunes, 24 de octubre de 2011

Lunes

Aunque me fastidie admitirlo en el último año creo he leído dos libros y medio. El medio resulta ser uno de esos libros que poco antes del segundo capítulo no cumple sus expectativas y me sumen en el letargo del desinterés total. Pasa entonces a ocupar un lugar en la estantería de "libros que mal que me pese no consigo leer".

Supongo que hay varias clases de "especies" lectoras, entre ellas estamos las personas sin demasiada paciencia y con muy poco tiempo que cuando leemos un libro, cuando vamos al cine o escuchamos una canción, creemos que el primer impacto es la verdadera parte importante, la que debe enganchar con el posterior interés. Me pasó esto con Haruki Murakami, su agilidad literaria me hizo devorar cuatro de sus libros a ejemplar por semana. . Después de esto han empezado a caer en mis manos títulos que he tomado prestados de "casa" y al final tampoco me convencen.

Esta mañana venía en el autobús (¡por fin me he animado a caminar un poco más para coger el autobús al curro!)  y volví a darme cuenta de que ya queda poca gente joven que lea libros en el transporte público, lo que se lleva es la cabeza baja y los ojos inmersos en la página de facebook del smartphone o pasarse de parada porque la conversación por wassap entre el tumulto resulta realmente excitante. Y aunque me confiese quasi adicta a las redes sociales pensé"¡Cuánto dolor de cabeza por la mañana!". Nos hemos convertido en auténticos robots...



El autobús estaba casi vacío, saqué del bolso el libro de Oliviero Toscani que cogí del estudio de mi padre meses atrás y tampoco conseguí avanzar. Llevo un mes anclada en la página 86. Y la verdad es que me gusta pero mi capacidad de concentración lectora se ha oxidado en los últimos tiempos. Me sentí como David Grohl en el vídeo de Walk, estresada con la vida moderna y buscando la parte cómica a todo esto.

Entonces se subió una señora que decidió sentarse a mi lado (ya os he dicho antes que el autobús estaba casi vacío ¡justo el día que llueve y todo se pringa!).

-Sabe señorita, me siento con usted porque no me gusta sentarme sola, ¿a quién le gusta?. ¿va usted al trabajo?- sus ojos almibarados solo transmitían la inocencia de una abuela que no ha hecho más que ir a misa en sesenta años y cuidar a cuatro varones hasta sus bien entrados cuarenta.

Le sonreí con ternura

-Claro que voy al trabajo señora, ¿a dónde sino a estas horas y en este autobús?

Me dio la razón, ese tipo de razón que dan las personas mayores cuando siguen asintiendo con la cabeza segundos después de reafirmar un dicho. Se sacó un libro de un enorme bolsillo que colgaba de su chaquetón gris marengo. El marcapáginas era un dobladillo de un periódico ya añejo.

Volví a sonreir, y volví a ser Grohl. Pero ahora quería ponerme a bailar en el pasillo del autobús y deslizar mis pies mojados por el suelo mientras el autobús enfilaba la calle Alcalá.

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Ayer vi tres películas. Tres se dice pronto pero seis horas suena a tiempo suficiente como para hacer muchas más cosas. En la Sexta3 estaban de domingo carcelario. Pena de Muerte, Un hombre inocente y Expresso de Medianoche. Sin duda, la mejor para el final. Si hubiese invertido una sola de todas esas horas probablemente me hubiera acabado el libro de Toscani.
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Legué a la oficina y me subí a la cuarta planta a desayunar. La gente de la cuarta me transmite buen vibrato, hacen que me ría a las nueve de la mañana. Después del café baje a mi habitáculo junto a la ventana desde donde cada mañana saludo a Gero. En la mesa había un oso dorado con cobertura de chocolate, lo habían enviado las chicas de Barcelona. Los que me conocen sabrán que pensé "qué mono, no lo comeré"  y acto seguido, cuidadosamente empezaría a comerle la cabecita empezando por las orejas. Efectivamente y sí, eso hice.

Luego vino el dolor de tripa...y el emailing infinito de los lunes

Al llegar a casa me puse calcetines otra vez. Cogí la videocámara y vacié la tarjeta. Quise grabar la lluvia caer y la fachada de mi cuarto desde la esquina de la calle, donde puede leerse en letras bien grandes "cervantes". Pensé que mi cabeza al dormir encajariá entre la "v" y la "a".


Ahora mi casa huele a lasaña casera recién hecha...y cuando pienso todo lo que da de sí un lunes tengo ganas de que llegue el martes.











7 comentarios:

  1. jajaj te estoy imaginando hablando con la señora y con tu acentillo galego y lo mejor es que yo te veo deslizandote por el pasillo del autobus en uno de tus momentos de locura. que grande mariñina,
    y que mirada tienes!

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  2. :)
    Para que entiendas porque a las sociedad cada vez nos cuesta más leer y concertrarnos, sumergirnos en las páginas de un libro, te recomiendo un libro (anda, fijate!). Se llama "Qué está haciendo internet con nuestras mentes. Superficiales". De Nicolas Carr. Muy bueno. Parte influyente en que saliera huyendo del facebook (eso y otras cosas).

    Un saludito y que tengas buena semana, peque! Sofi-Cure

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  3. Feliz martes pues Marit!!

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  4. ese video de Foo Fighters mola un copón

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