Tomábamos café de pota en una cocina de Iruña mientras se contaban solas las historias del pasado. Su voz aguda siempre me hizo gracia, y esa forma tan especial de pronunciar la "r" convertía sus palabras en ese tipo de anécdotas que volverán a contarse con el paso de los años.
Éramos tres. Y el olor a pino y flores frescas entraba por la ventana desde el jardín.
A las ocho me fui. Cogí un tren de vuelta a casa y durante las 5 horas de trayecto a Madrid no dejé de mirar por la ventana pensando en sabe dios qué...
Ya hace mucho tiempo que las historias contadas me apasionan. Esas que cuentan los adultos sobre el pasado con cierto aire de nostalgia. Seguro que hiperbolizando un poco sobre sus logros mientras te miran con ternura porque todavía eres joven... esas batallas que cuentan los abuelos, tu madre en una tarde de lluvia mientras ve subir las magdalenas en el horno o tu padre mientras juguetea con un corcho en una sobremesa en familia...
Y ya veis cómo andamos los jóvenes de hoy. Que no sabemos con certeza si estamos luchando o simplemente nos hemos rendido ante el mundo actual, ante una sociedad parca en soluciones perdidos como estamos ante nuestro futuro más cercarno; obstruídos por gobernantes que coartan e impiden los caminos correctos, esos que muchos quieren empezar a recorrer y no pueden porque, directamente, hay nuevas órdenes que los convierten en prohibitivos.
Me preguntaba una compañera de trabajo si he pensado en irme de Madrid.
-No a tu lugar de orgien- me dice. -En irte fuera...
Se refería a abrir fronteras de nuevo. Viajé con la mente al pasado de mi experiencia y me perturbó la idea durante unos segundos. La miré de nuevo y tuve que admitirlo:
-Claro que sí, Lau. Pero no lo haría sola...
Nos despedimos en el rellano con una larga sonrisa...
Y ahora he hecho esta pausa para reflexionar un momento.
¿Qué clase de historias contaremos a nuestros hijos? ¿Contaremos que hemos sido valientes? ¿que nos barrió la nefasta clase política de nuestro país mientras la juventud envejecía en casa de sus padres?¿Conseguiremos pese a todo ser felices?
Leía ayer una columna de Muñoz Molina en la que citaba la más que conocida frase de Manrique "cualquier tiempo pasado fue mejor". Molina prefiere decir "anterior"...
Supongo que, lejos de resultar pedante, solo quiso curarse de cierta nostalgia...
Éramos tres. Y el olor a pino y flores frescas entraba por la ventana desde el jardín.
A las ocho me fui. Cogí un tren de vuelta a casa y durante las 5 horas de trayecto a Madrid no dejé de mirar por la ventana pensando en sabe dios qué...
Ya hace mucho tiempo que las historias contadas me apasionan. Esas que cuentan los adultos sobre el pasado con cierto aire de nostalgia. Seguro que hiperbolizando un poco sobre sus logros mientras te miran con ternura porque todavía eres joven... esas batallas que cuentan los abuelos, tu madre en una tarde de lluvia mientras ve subir las magdalenas en el horno o tu padre mientras juguetea con un corcho en una sobremesa en familia...
Y ya veis cómo andamos los jóvenes de hoy. Que no sabemos con certeza si estamos luchando o simplemente nos hemos rendido ante el mundo actual, ante una sociedad parca en soluciones perdidos como estamos ante nuestro futuro más cercarno; obstruídos por gobernantes que coartan e impiden los caminos correctos, esos que muchos quieren empezar a recorrer y no pueden porque, directamente, hay nuevas órdenes que los convierten en prohibitivos.
Me preguntaba una compañera de trabajo si he pensado en irme de Madrid.
-No a tu lugar de orgien- me dice. -En irte fuera...
Se refería a abrir fronteras de nuevo. Viajé con la mente al pasado de mi experiencia y me perturbó la idea durante unos segundos. La miré de nuevo y tuve que admitirlo:
-Claro que sí, Lau. Pero no lo haría sola...
Nos despedimos en el rellano con una larga sonrisa...
Y ahora he hecho esta pausa para reflexionar un momento.
¿Qué clase de historias contaremos a nuestros hijos? ¿Contaremos que hemos sido valientes? ¿que nos barrió la nefasta clase política de nuestro país mientras la juventud envejecía en casa de sus padres?¿Conseguiremos pese a todo ser felices?
Leía ayer una columna de Muñoz Molina en la que citaba la más que conocida frase de Manrique "cualquier tiempo pasado fue mejor". Molina prefiere decir "anterior"...
Supongo que, lejos de resultar pedante, solo quiso curarse de cierta nostalgia...
siiiii
ResponderEliminarMuy bonito,sin memoria no somos nada,los recuerdos y vivencias de familia y amigos nos acompañan y hasta nos confortan cuando lo necesitamos...
ResponderEliminarRosana
Aωesome artіcle.
ResponderEliminarCheck out my weblog ; baby cartoons